jueves, 29 de marzo de 2012

Abres la boca, bebes veneno.

Y de pronto como si de una superficie de cristal se estuviera tratando, todo explota. La sensación de vacío te perfora exactamente debajo del pecho hasta el inicio del estomágo, se mantiene durante unos profundos segundos. Y de pronto un calambrazo eléctrico que se extiende por el resto del cuerpo ya de por sí desvalido. Aprieta los puños con fuerza mientras mira al suelo incapaz de levantar la mirada, y como si funcionara con un interruptor, el cuerpo se rompe del todo; pero de una manera muy especial, porque no se puede ver pero se puede sentir. El intinto de cualquiera es el más primario, el de abrazarse a uno mismo, sujetar y conservar cada una de las piezas que caen al suelo... pero las pocas fuerzas que quedan se desvanecen en un momento y el alma muere. El cuerpo sigue ahí, pero no existe luz en su interior, gasolina, energía.
Después de sufrir el dolor en su más puro estado, no te deja indiferente y lo recordarás con frecuencia cada día de los próximos meses, además de que quedará grabado a fuego en tu mente, que es lo único que permanece vivo. Ahora ya sólo puedes querer con el cerebro.




-Y si otra vez te equivocas?

miércoles, 29 de febrero de 2012

La vez que sucedió todo.

Como el frío que ha traspasado mi chaqueta
y ha calado mis huesos entumecidos,
húmedos y ligeramente desgastados.
Me gustaba cuando cruzabas los brazos
y fumabas tan sereno, tan tajante
y sabio como un profeta.
Y observabas todo con expectación y disgusto,
yo sólo daba las gracias de tan bella presencia.
Sabías como me gustaba rozar tu piel con mis dedos frágiles
y fundir nuestro cuerpo lentamente en cera.
Podía crear un oasis de armonía en mi cabeza
con sólo una palabra, o un pensamiento.
Ahora no queda más que una cicatriz en el hombro,
un par de fotos, demasiados recuerdos.
Mares de recuerdos.